Aveces lo realmente importante son los pequeños detalles..

Y si, hoy me considero pequeña, para quienes me lo dicen, y para quienes no. Puede que aparente serlo, o que por el contrario parezca alguien más grande, pero para gustos los colores, y yo, sin depender de la opinión de nadie, hoy me considero alguien más diminuta de lo normal. No sé hasta que punto puedo ser totalmente ajena a mi exterior, pero tengo más que comprobado que lo de asimilar que el tiempo pasa, y que las cosas que han sucedido son más fuertes y con más peso del que puedo soportar, eso no es precisamente mi fuerte.
Puede que sonría cada día, a cambio de otras sonrisas, o simplemente porque el hecho de ver una sonrisa única implica que, directamente, mi sonrisa sea automática. Pero estoy completamente segura de que en cada una de esas sonrisas no se puede ver mi miedo, ni todo lo que echo de menos a un mocoso de ocho años que sigue siendo mi vida entera sin estar a mi lado, o ni siquiera que llevo llorando porque él no está casi dos meses, cincuenta y siete días para ser exactos. Seguro que en cada una de mis palabras que digo sin pensar tras las que se me escapa una carcajada  no se refleja todo lo que tengo dentro, esa mezcla de rabia, añoranza, dolor y a la vez nostalgia.. Seguro que no.

Después de este tiempo, de esos dos meses infinitos, aunque cada uno de mis gestos no refleje nada de lo que realmente siento, sé que hay personas que detectan a leguas que necesito un abrazo, o unas simples palabras que me alegren el día, sin importar que sea lunes, ni que sea trece. Y esas son las personas importantes de verdad, a las que no les importa dejar de mostrar la sonrisa más infinitamente perfecta por compartir conmigo un simple silencio o una mirada desafiante que provoque una de mis sonrisas automáticas al sonreír a la vez. Y es que no todo es estar bien o estar mal, anímicamente hablando, aveces te das cuenta de que lo verdaderamente importante está en los pequeños detalles; y ahí no sé si resaltar "pequeño" o "detalle", porque también cabe la posibilidad de que alguien a quien consideras pequeño, pueda regalarte algo como una sonrisa o un abrazo, que a su vez, para ti, importe como un gran detalle.