sábado, 15 de marzo de 2014

Momentos de esos que ya no quedan.

Pasan días, y días.. Y más días.. De esos sin sentido, de los que respiras por el mecanicismo del cuerpo, no por necesidad propia. No hay ningún momento que me haga respirar más, necesitar más energía..
Todo es monótono, oscuro. Se ocultan sensaciones, sentimientos y estados de ánimo obvios. O se intenta.
Sólo esboza una sonrisa de un instante, de unos segundos en los que un niño, una personita que teniendo dos años y apenas se levanta cuatro cuartas del suelo, te quiere inocentemente y te hace importante en su vida pronunciando tu nombre mil veces haciendo saber a todo el mundo quien eres para él.
Últimamente nada es tan dinámico como antes. Ahora faltan sonrisas. Faltan detalles, esos pequeños detalles que antes sacaban sonrisas. Ahora falta la complicidad, la confianza. Falta la ilusión. Ya no están esas ganas de momentos inolvidables, o quizás si, pero se esfuman al ver que, de nuevo, las cosas han cambiado en cuestión de días. Fueron demasiado efímeras esas ansias por vivir, por pasar un segundo más teniendo esa sensación de felicidad que se tiene cuando miras a tu alrededor y ves que aunque faltan personas que te dan la vida, hay otras que te hacen pensar que todo irá bien.
Fueron demasiado cortos esos momentos en los que no tienes claro si estás soñando o todo es real, porque todo es demasiado perfecto, y no te da tiempo a saborear cada instante de esos que te dejan sin aliento.
Sólo hay algo que no ha sido ni tan efímero ni tan corto, es más, se me está haciendo bastante interminable este trayecto montada en el vagón de esta montaña rusa de emociones, de altibajos sentimentales, en el que voy recorriendo mi vida estando un día muy arriba y al siguiente en el subsuelo y boca abajo.
Ahora hay demasiadas cosas que se echan de menos, o rectifiquemos, lo que se echa de menos son las personas, las que tenías antes cerca y han cambiado hasta el punto de darte a persar que ya no son las mismas, que lo que echas de menos es la persona tal y como era antes, no a la persona en sí.
Ya se nos ha olvidado cómo vivir, ahora improvisamos, nos ajustamos a los cambios sin pensarlo.
Ya se nos ha olvidado el significado de una mirada, de una sonrisa. Ya no sabemos lo que es ser cómplice de un sentimiento mutuo, ni lo que es decir mil cosas en una mirada y asentir con una sonrisa.
Vamos perdiendo las buenas costumbres, vamos perdiendo la ilusión que se siente cuando se piensa por un instante que esos segundos de vida son eternos, que siempre nos faltará el aliento, ese que te falta cuando un momento es lo suficientemente bueno para no querer perder el tiempo respirando.
Ese mismo aliento que en este momento me sobra.

No hay comentarios:

Publicar un comentario