lunes, 14 de diciembre de 2015

Otra navidad de ausencias.

Se acerca... Otra vez llegan esos días en los que sería perfecto tener aquí al pequeño, disfrutando de lo que a él más le gustaba: La familia. El cuarto año sin él correteando por casa de la abuela y, este año, el primero sin tener a mi reina presidiendo la mesa.
Es increíble ver cómo ha cambiado todo en menos de un año. Ya nos faltaba el mocoso, y estar sentados alrededor de una mesa sin que él pusiera la melodía de fondo con sus voces, gritos y carreras, demostrando que era feliz así, con la familia unida, esperando a que llegaran los regalos que por ser el niño más bueno que pisaba la tierra se había ganado... Que nos faltara eso ya era una tarea demasiado difícil para los que basábamos el hecho de ser felices en verle la carita.
Odiar la navidad es algo demasiado feo, pero es algo justificado cuando además del príncipe, en esa mesa falta mamá. Hace sólo un año ella estaba allí, presidiendo la mesa, rodeada de todos los que aprendíamos de ella día a día lecciones como que ser fuerte es la única opción, que rendirse no está permitido, y que ella, sólo ella, era capaz de arreglar todo lo que hiciera que faltara una sonrisa en nuestra cara. Hace sólo un año ella consiguió, por tercer año consecutivo, unirnos cuando la navidad ya había perdido el sentido por la ausencia del pequeño, meterse en esa cocina que consideraba su paraíso personal para volver a demostrar que como su comida no hay nada, y olvidarse un poco de todos los dolores para pasar una noche en familia, como le gustaría al mocoso. Hace sólo un año tenía conmigo todo lo que se puede desear, los besos, abrazos y palabras perfectas en el momento indicado de quien siempre, siempre, siempre, me tuvo sujeto el brazo para que no cayera: Mamá.
El mejor regalo de reyes, sin darme cuenta, era poder disfrutar de ella y del privilegio de tener a alguien así como referente, de quien aprender tantas cosas que a día de hoy han quedado en el tintero. Este año no quiero regalos, ni desear cosas imposibles. Me basta con tener a mi reina como modelo a seguir, su increíble fortaleza y su "no rendirse" como lección de vida.
No quiero navidad sin vosotros, ángeles... Esa mesa ya está demasiado incompleta. Ojalá estuvierais aquí para que todo volviera a ser normal... Espero que tengáis todo vuestro cielo revolucionado y enseñéis allí arriba lo que es una navidad de verdad, sois expertos. Todo eso que nos falta aquí abajo.
No imagináis cuánto os echo de menos, os quiero.

No hay comentarios:

Publicar un comentario