miércoles, 9 de abril de 2014

Una persona tan diferente como única.

Pararte a pensar, mirando al techo, intentado encontrar alguna respuesta a todo lo que pasa por tu mente en ese momento. Analizar el camino que llevas recorrido, dudar si es el correcto, si es lo que buscabas, y encontrar los argumentos suficientes para pensar que estás en el lugar equivocado.
Darte cuenta de todas las piedras que has ido encontrando a medida que ibas avanzando, y ver quién o quienes te acompañaban en ese instante, ese momento cuando tu mundo se derrumbaba, y tú te venías abajo, sin fondo. Pero de repente, ahí está ese alguien, esa persona que te agarra con brazos de hierro, que te da la seguridad de que no vas a caer nunca, porque jamás te soltará para lanzarte al vacío. Y que ahí sigue, mientras miles y miles de almas que daban un poco de luz a tu vida pasan desapercibidas después de haber dejado huella en tu mundo, en ti, en tu forma de ser. Pero que ya no están. Sólo sigue ahí esa persona que te prometió un siempre y lo está cumpliendo, a su forma, pero lo cumple. Eso es lo que le hace diferente, tan diferente como única. Una persona de esas que ya no quedan, porque todas las demás están envueltas en materialismo, en lo superficial. Por eso me atrevo a decir que, una vez más, se comprueba que los pequeños detalles marcan la diferencia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario