lunes, 28 de diciembre de 2015

Balance de este nefasto 2015.

Y por fin... Toca poner fin a este 2015, bautizado oficialmente como "año de las pérdidas". Se concentra demasiado en ese sobrenombre que ha adquirido a base de golpes, nunca mejor dicho, pero no es fácil digerir todo lo que ha pasado en estos 365 días.
Después de todo, es culpa mía. Si, porque al empezar el período ya pedí alguna de esas veces que me puse a escribir "que el año viniera cargado de momentos para afrontar, que lo tenía todo lo necesario para superar cualquier cosa que llegara..." Y claro, no tuve en cuenta que perder todo eso que me daba fuerza para afrontar todos los momentos, tanto buenos como malos, podría ser el momento para afrontar en si. 2015, te felicito. Has cumplido esa petición con creces, y has ganado.
"12 meses", se dice pronto.. Pero se me han hecho eternos. Todo empezó en febrero, perdiendo a mamá... Entonces ahí cayó todo en picado... Caí yo, con la consecuencia de no poder sostener nada más, y cayó todo lo que me rodeaba, los pilares que más me sostenían.. Lo que formaba mi mundo en si.
Sin mamá me ha tocado darme cuenta de todo lo que aprendí de ella sin ser consciente: que hay palabras que nunca se olvidan, ni expresiones, ni voces, ni olores... Que pase lo que pase, la unión siempre hace la fuerza, y que por supuesto ésta se hereda, y no me cabe duda al mirar a la abuela o haber tenido la suerte de haber sido criada por mamá; que hay momentos que dan vida, aunque duren segundos; que una risa puede seguir sonando en la cabeza aunque hayan pasado hasta 10 meses desde la última vez que se tuvo la suerte de oírla... Pero sobretodo, sé que de ella aprendí a valorar todo lo que me rodea, a cuidar todo lo que me hace bien, y a dar, siempre dar, a quienes dan luz a mi vida o quizás no tanto, pero nunca pedir nada a cambio.
Por otro lado, también he aprendido que hay cosas que simplemente acaban y da igual lo grandes que fueran. Les pasa como a lo meteoritos: Son gigantes, pero se desintegran poco a poco con la velocidad o, en este caso, la intensidad de las cosas. Y será eso, todo era demasiado intenso. Llega un punto en el que no se necesita decir "adiós" para saber que se acabó, simplemente se entiende que tan difícil es decir adiós cuando quieres que se queden, como pedirles que se queden cuando sabes de sobra que se quieren ir. Entonces todo termina, y el mundo sigue girando como si nada hubiese pasado. Y luego estoy yo, de suelo del meteorito, recibiendo íntegramente todas sus consecuencias, y siendo a la vez el viento que choca constantemente contra él, culpable de su desintegración, tanto como lo son los factores que lo componen.
Finalmente, este año me ha enseñado también muchas cosas, ya que dicen que se aprende a base de golpes. He aprendido que en un año las cosas pueden dar un giro de 360 y hasta de 780 grados si es necesario; que de donde no hay no se puede sacar; que ser sincero es lo más importante, ya que con la mentira, además de hacer daño, no se llega a ningún sitio; que puede llegar un punto en el que nada aporte ilusión ni sentido a tu vida, pero se sigue viviendo igual, y que en eso consiste la vida, en seguir; y por supuesto, he aprendido que no todos los años se puede ganar.
No le pediré nada al 2016, no volveré a caer, me conformo con la estabilidad aunque implique rutina. Feliz año nuevo, toca seguir...

1 comentario:

  1. Lamento mucho tu perdida, no me imagino tu dolor. Que el 2016 te traiga muchas bendiciones!

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